LA CAMA DE CLAVOS
Fabricar una cama
de clavos no tiene mucho misterio, es tan sencillo como parece.
Simplemente necesitamos una tabla de madera grande (en la que quepamos
enteros), muchos clavos y un martillo. Y bueno, no son materiales pero también
necesitaremos algo de habilidad con un martillo (para no fastidiarnos la mano)
y unas horas de tiempo libre (Y podéis contarlo como deporte porque creedme que
vais a sudar). El procedimiento es bien sencillo, ¡llena la tabla de
clavos! Lo mejor es ponerlos en filas y columnas separados
entre sí 1,5 centímetros o menos hasta que hayas cubierto una
superficie lo suficientemente grande como para que te puedas tumbar. Una vez
hecho esto ya os podéis tumbar en ella y descansar de tanto martillear
¿Y duele? Pues no,
de hecho es hasta agradable; es más, se pueden hacer algunas burradas como
que otra persona se ponga de pie encima tuyo
¿Cómo es posible que
podamos tumbarnos en una cama llena de malvados clavos? Hemos visto clavos
atravesar dura madera fácilmente, y siempre que vemos uno sobresaliendo de
algún sitio tenemos mucho cuidado porque sabemos que es peligroso. Entonces,
¿por qué esta cama no atraviesa nuestra blandita carne? Pues la
clave todo es la presión. La presión P se define como la
división de la fuerza F entre la superficie S sobre la que la aplicas, es decir: P = F / S
Y es la presión, no la fuerza, la que determina si un
objeto atraviesa otro. Por
ejemplo, si le pegamos un martillazo a un bloque de madera nunca lo vamos a
partir pero si se lo pegamos con un hacha entonces si; y esto es debido a que
la superficie del punto de impacto del hacha (lo que viene a ser el filo) es
mucho menor que la del martillo (que es completamente romo).